Derrota.

27/02

La Antigua Viña/

Solo por no ser martes, hoy es un buen día. Frío y dudoso. Como es habitual estos días, la terraza está desierta. Yo y solo yo. Que hace un tipo como tu en un sitio como este? Me pregunta Carmen Maura. No, no me lo preguntes le respondo, se exactamente lo que hago: fumar mi café. Sino porque iba a aguantar este maltrato meteorológico sobre mis huesos?

Ni los desahucios, ni los recortes, ni las estafas del gobierno, ni la asunción celestial de Berlusconi. Hoy la prensa se llama: Goleada.
El barrio camina bravo, a cara de perro con el frío y la economía doméstica. Se abriga mas y se compra menos de lo justo, injustamente.
Laura y sus galgos, charla de pié con la novia roja. Sus galgos: Ares y nevado. Yin y Yang, Caín y Abel, Mr. Hyde y el Dr. Jekyll. Mientras uno me babea amistoso y se restriega en mis pantalones y el otro me mira desconfiado y amenazante, enseñando los colmillos brillantes.
El encargado de la farmacia se asoma a la puerta, nos saludamos mas de la cuenta, pero es una oportunidad de entrar en calor agitando la mano.
Llega Marina acarreando la bolsa de la compra, mi comida, pienso, gracias Marina.
Tiene el barrio hoy, la mueca de la derrota, Barça 1 Madrid 3, eso duele. Y encima ocurrió en un martes!
Pasa el parte diario y me cuenta todo lo que ha hecho esta mañana, tales hazañas como ducharse, cepillarse los dientes, desayunar, hacer el paseíllo tempranero, la compra y ahora el cafecito con su copa de cognac, por separado, que ya se juntarán en el estómago. Del partido, ni palabra, la procesión va por dentro, dicen las viejas coristas del Paralelo.
Y mientras el aguafuerte del barrio se pinta solo, yo emigro a tu sur, a tu ser. Allí me protejo de tanto invierno, de tanto páramo. Hoy el horizonte tiene nombre y se llama mayo.
Buen abrigo a todas y todos!

Ni lunes ni miércoles.

26/02

La Antigua Viña/

Si hoy es martes y el frío se sienta a tu lado, esto es Barcelona. Si hoy es martes esto es Belgica, era el nombre de una comedia americana del 69 dirigida por Mel Stuart.
La calle y el barrio andan con la mansedumbre de los martes, en que ni te cases ni te embarques. Como para casarnos y gastarnos los cuartos en viajes estamos, no te jode!
Los vecinos y vecinas se andan añorados de la dureza de un lunes, o de la plenitud de un miércoles, y no de este mate lavado, con cara de no matar ni a una mosca.
Día marciano, ajeno, día que te lo encuentras tirado en una esquina, lloriqueando y te lo llevas puesto de purita pena nomás.
Así, nada interesante se dirá en las tertulias, ni en los confesionarios perversos de las iglesias, ni en los divanes modernistas de tanto psicoanalista freudiano. Y si hoy no es día para descubrir mundos ni para enamorarse, entonces que demonios vale la pena!?
Temblequea la mano con el cigarrillo y el humo baila su son. La lana de mi bufanda se pega en la comisura de los labios, se mezcla con el sabor del café y se mete en mis pulmones en cada calada.
La terraza es hoy como la tundra, espero que un zorro ártico no ataque a este viejo lobo estepario.
El único martes que cuenta es el martes de carnaval, y ese ya pasó bailando sus chayas.
Que pronto sea miércoles para todos y todas, aunque siga el frío!

Mareas.

24/02

La Antigua Viña/

Frío de verdad, de ese que se toca, ese que te azula la piel y te contrae el alma. Y sol, un hermoso sol frío.
Domingo debajo de todas las capas de ropa, domingo debajo de las estufas, domingo frío después de un sábado caliente en las calles, todos arropados por todos, domingo después de un sábado con ochenta marchas indignadas recorriendo las ciudades. Domingo después de la vuelta a un sábado en ochenta mareas. La vuelta al día en ochenta mundos, escribió Cortázar.
En el silencio de la mañana aún resuenan los gritos de ayer.

Fue esta mañana al sacar el pie de debajo del edredón, que mil cuchillos se clavaron y grité: «Donde estás!?» Pero yo se que estás allí, donde tu sol calienta. Donde mi alma viaja en las horas soñadas, donde te abrazo bajo la ropa, donde la ropa sobra y el abrazo desnudo es lento y dulce. Luego despierto en este frío, en esta luz límpida y brillante, pero ausente.

La calle es páramo, la terraza es un concepto, lo único real son las navajas que te cortan la respiración y azulan el humo de mi café cuando sale de mis pulmones. Por pasar, hoy, no pasa nadie, ni los perros…
Solo estamos tu ausencia, mi café fumado y yo.
Después vendrán los aperitivos de interior, vecinos y vecinas se agolparán de pié en la barra, en el estaño. El aire será denso, insano. Se hablará de las marchas de ayer, se estará a favor o en contra, se rememorarán los goles de la liga y las hostias de la represión.
Yo voy a rememorar tu pelo negro revuelto. Yo hablaré del día en que pueda abrazarte en la piel.
El frío me empuja descortés a mis cuarteles de invierno.
Buenas marchas y buen abrigo a todos y todas!

Y si nieva…

22/02

Patxoca/

Viernes helado. Cielo de plata y amenaza de nieve… La terraza existe porque yo estoy en ella, pero mi sombra ha dicho: «Ahí te quedes!» Y se ha reguardado en el interior, mientras yo me fumo mi cafecito afuera, como un enanito de jardín.

Hoy es la última función de mis alumnos en la práctica sobre Bertold Brecht, «Terror y miserias del III Reich». Judith hará sus maletas por última vez, pero los fascistas seguirán campando en la realidad, tan anchos ellos, tan gobierno de España.
Pasa un perro famélico y solo, nos miramos, hace un chasquido con la lengua, que interpreto como un «no fumo, gracias» y sigue su camino sin rumbo… Los alumnos van llegando envueltos en mantas, y algunos traen todavía la almohada pegada en la cara, cuando me ven me saludan: «buenas noches» y siguen durmiendo mientras entran a la escuela.
Ahora seré yo quien baje al cuarto sótano, que es algo así como el quinto pino, pero para abajo, allí es donde están las aulas de prácticas, tan negras y oscuras como la realidad.
A todos y todas los que os quedéis arriba, si nieva, avisarnos, que subiremos corriendo para hacer muñecos de nieve!

Miércoles.

20/02

La Antigua Viña/ Patxoca/

Miércoles con sol. La calle fluye en medio de la semana, vital, casi alegre.
La terraza es tentadora, pero yo soy el único pecador, parece. Mas de un vecino al pasar mira con ganas de hacer un alto en el camino y sentarse a la orilla de este mar de pasos que van y vienen, pero nadie se decide.
Pasa un niño perdido con cara de «mamá donde estoy?» Pero no hay madre que conteste. Llega el mudo y se sienta en la terraza, silencioso y sonriente, su soledad y la mía no se parecen pienso, no muy convencido. No es que yo esté solo, solo estoy desacompañado que no es lo mismo.
Del portal sale el vecino cubano del quinto y charlamos sobre la fibra óptica que nos han instalado, aunque yo le digo que lo que en verdad hecho en falta es la tele-transportación, si la tuviéramos, este café me lo fumaba contigo en tu verano de patios y madreselvas.
Pasa un ciclista marcando un número en su móvil, tres a la derecha, ocho a la izquierda, cero al centro… viendo los titubeos de su marcha, parece que marcase la combinación de una caja fuerte.
He terminado de fumar mi café, he comido en el Patxoca, y ahora apuro otro café antes de entrar a la escuela.
Tiene este miércoles la virtud de no ser martes y el defecto de no ser viernes.
Buenas tardes a todos y todas!

Desolado.

16/02

La Antigua Viña/

Sábado frío y con ganas de llover. La terraza está desierta, como yo. Los vecinos y vecinas sabadean calle arriba, calle abajo, las manos en los bolsillos, la mirada franca, y entre pecho y espalda estas ganas de ganarle la partida a tanta desolación. Los franceses lo llevan mas claro que nadie, ellos sí que saben de desolaciones. Que sin querer nos han dado un pisotón? ya están desolados. Que no podrán venir a cenar esta noche? vuelven a desolarse, que nos traicionan en el amor? que nos dan plantón? Je suis désolé. Mi sobrina parisina se desoló a los siete años de edad, una tarde de otoño, porque no se sentía bella. No me extraña, para ellos el sol es un milagro laico. Claro que están desolados con tanto cielo gris y tanta pizarra negra en sus tejados.
Aquí en cambio, nos desolamos poco, pero cuando lo hacemos, somos los mejores discípulos de Margarida Xirgu. Trágicos de gran estirpe y mejor escuela.
El cielo se ha vuelto de plomo, los paraguas hacen flexiones, se abren y cierran para calentar motores.
Desde la esquina veo venir a la novia roja y su novio, el amante de la ciencia ficción, que pasan con el carrito de la compra vacío camino del mercado. Siempre habrá lugar para algún libro mas, ademas del puchero, las verduras, y la fruta que se manden.
Pasa una reina caribeña con un juego de caderas que ríete del hula-hula. Mis cervicales amenazan tortícolis al canto de tanta revolución.
Llega mi vecino Diógenes con su infaltable carro repleto de deshechos para su museo particular. Tino sale colocándose su gorro marinero y nos saludamos con un gesto amigo. Mientras Cesar, cuelga el menú de hoy en la puerta, al tiempo que caen las primeras gotas.
Buen sábado a todos y a todas!

Al fin es viernes.

15/02

La Antigua Viña/

Siete de la tarde, viernes. Al fin es viernes, era el título de una película de terror, aunque lo que en verdad ha sido de terror, es la semana.
Ahora con una temperatura casi agradable, fumo mi café en la terraza, con la vana sensación del deber cumplido,  de los deberes hechos.
Los días empiezan a estirarse, y ya tenemos tantas horas de sol, como de oscuridad, en la calle hay menos bufandas, menos ropa a granel, menos armarios caminadores.
Sin embargo las terrazas siguen vacías, o casi. Cosa de los hábitos, pienso. Vecinos y vecinas se han acostumbrado a llenar las horas de las tertulias en la calle con otras horas interiores y ahora no encuentran el tiempo de sentarse en las terrazas, a verlas venir.

Dos niños se han colocado estratégicamente uno a mi izquierda y el otro a mi derecha y juegan a tirarse una pelota, que parece de trapo, por encima de mi cabeza. No se si me gusta especialmente el haberme convertido en una red de voleibol, pero me aguanto, entre otras cosas porque ambos tienen un buen saque alto, pero si me empelotan la cara, juro que convierto la pelota en un cojín.
De mi portal sale la parejita de invisibles, o sea, mis vecinos de pared por pared. Nadie los conoce, nadie los ha visto, nadie los oye. Quizá es que no existen. Quizá los he inventado yo, en alguna noche difícil.
Como todos los viernes en la esquina de Paralelo y Jaume Fabra, han montado las paradas de productos artesanales. Embutidos, mermeladas, pastas, tes, infusiones, chocolates… Una fiesta de sabores hechos con mucha mano. No me he podido resistir y me he comprado unas «coques de vidre» con su azúcar quemada por encima. Un regalo para el desayuno de mañana o para el hambre de hoy.

Noto como el cansancio me desfonda como a una silla vieja, la piel va deslizandose lentamente, hasta caer derrotada. Apuro el último trago del cigarrillo -el café hace rato que está apagado- y saboreo con placer la vuelta al hogar. Tomaré mi whisky sin hielo, fumaré lo que fume, escucharé los viejos blues de Blind Boy Fuller, y dejaré de pensar. Porque al fin es viernes.
Buen descanso a los que estén cansados, a todos, todas!

Embarriado hasta las cejas.

13/02

La Antigua Viña/

Es un barrio cabedor como pocos. Es lo que tiene, aquí cabemos todos y todas. Sí, habrá mas de uno o de una que refunfuñe, que gruña, pero poco mas.
Aquí nos respetamos, aunque no nos gustemos. Barrio vividor y sufrido, madrugador y ojeroso, pero cumplidor.
Vecinos venidos del mundo, de los países latinos, de los países del este, del Pakistán, de la India, de donde pudimos, de donde supimos nacer, mire usted.
Coristas jubiladas son las mujeres del barrio. Mis vecinos y vecinas: artistas porno del Bagdad, artistas de la fontanería, vendedores de lo que pinte aunque no cuadre, obreros de la construcción revenidos en paletas de la chapuza, seguratas, enfermeras, cajeras desencajadas, agentes del desorden, gente que vive lo que puede como puede. Gente que aguanta los golpes, gente que muere cada noche pero que vuelve a levantarse al día siguiente. Desayunadores de vida, comedores de drama, cenadores de guisos y potajes sonadores.
Gente que sabe reír, que sabe llorar, que sabe follar. Es por las noches en que todas las camas del barrio crujen y traquetean de placer hasta la madrugada.
Barrio de olores fuertes, de colonias baratas, de pedrería falsa, de lacas y crencha engrasada, diría Carlos de la Púa.
Barrio que da asilo sin preguntar, pero que no te va a extrañar si un día ya no estás.
Aquí amanezco, aquí duermo, aquí me vivo lo que puedo, aquí mis huesos encontraron su hogar.
Aquí cumplo mis años y aquí celebro los tuyos tal día como hoy, tan trece y tan febrero, aquí te escribo, aquí te deseo, aquí llegarás un día y nos fundiremos en un abrazo cuerpo a cuerpo, beso a beso. Aquí finalmente no habrá mar que nos separe.
Buena barriada a todas y todos y feliz cumpleaños a los que hayan nacido un trece tan de febrero!

Domingo de carnaval.

10/02

La Antigua Viña/

De que sirven todos los jerseys, todas las bufandas si no está dentro tu piel rozadora, de que sirven mis brazos si solo abrazan tu ausencia.

Amanecer en un bello domingo de invierno, con sol, con frío y sin ti, es un desperdicio.
La calle respira descanso, como debe ser. Los pocos vecinos y vecinas que la transitan a estas horas, lo hacen con el alma en pijama. Los coches pasan con sigilo, de puntitas de rueda, para no turbar el sueño de los que aún navegan sus sueños en camas crujidoras.

El café en la terraza es reparador y calienta mas que este sol de cotillón, que esta luna disfrazada de astro rey. El cigarrillo humea silencioso entre mis dedos azules y titiritantes. Sol de neón. Frío y luminoso, como Catherine Deneuve, cuando era luminosa -fría lo sigue siendo-. Sol de invierno, sol de huevo, que se deja tocar y te mancha de amarillo la punta de los dedos.

Mañana de carnaval.
Pasa un abrigo redondo, lanoso y chillón, del que asoman dos pies, dos manos y dos ojos a modo de periscopio, pasa una gitana bella, con el pelo enroscado en su cuello a modo de bufanda, o de boa constrictora, vaya usted a saber.
Pasa un perro con anorak y capucha, su socia se ha metido entera, dentro de una oveja, sin embargo no se trata de un perro pastor.
Pasa un lobo estepario ruso con su gorro de piel con las orejeras bien ceñidas, para no oír que te estoy llamando. Pasan las hermanastras de cenicienta riéndose de mi. Dicen que tu zapato no te encontrará. Ellas no saben que mi corazón tiene GPS.

Pasa un sobre corruptor en pos de la mano de santa Teresa, pasan dos mozas disfrazas de coristas del Paralelo, o son dos coristas del Paralelo disfrazadas de buenas mozas que se echan a perder, cantaba una vieja canción, nada infantil.
Pasan dos gorilas del circo de Sarrasani, disfrazados de porteros de discoteca, pasa Cristobal Colón camino del puerto de Palos y le pregunto si necesita un grumete, a ver si así llego hasta ti para que me descubras y claves tu bandera en mi pecho.
Del portal de casa salen los galgos, Ares y Nevado, o debería decir Caín y Abel, y un montón de ropa de abrigo en capas, que supongo que debe ser Laura.
Avanza la mañana, como avanzaban los caballitos del Costa Azul, a trompicones. El aire se llena de pan y de café caliente en las cocinas. Es hora de no hacer nada, así que apuro el humo de mi café, bebo hasta el poso de mi cigarrillo, y emigro hasta la estufa de mi escritorio donde dibujé el mapa de tu corazón, con buen viento, llegaré hasta ti antes de volver a envejecer, como Manuelita, la de Pehuajó.
Feliz carnaval, a todos y todas!

Clima.

07/02

Patxoca/ la Antigua Viña/

El invierno avanza y el frío ya no es tema, pero sigue ahí, apretando como zapato nuevo, y para colmo, estos días se ha aliado en sociedad ilícita con el viento, con el único fin de desahuciarnos de las terrazas.

Cuando el clima te encierra en el vaho de los interiores, es decir, de este lado de los cristales, de esta lado de las prohibiciones. Cuando el humo solo puede ser privado, y aunque no se parezca al humo de los hogares, sea para mí, el humo de mi hogar. Cuando el parte meteorológico gana la batalla, entonces, trampeas como puedes. A las horas del mejor sol, por ejemplo, aguantas unos humos en la terraza, luego cuando la temperatura muerde y no suelta, combinas interiores con el cigarrillo en la puerta, el paradito, al resguardo del vano de las entradas de los bares. Y a la noche cuando el frío ya es materia tangible y muy sensible, entonces le toca el turno al estufado, en casa, al calor de los objetos conocidos.
Pero ahora, antes de entrar a clase, estoy en la terraza, solo yo, solo. Despiadadamente solo, cantaba el polaco Goyeneche como nadie, en su versión de martirio.
La calle está desierta y los pocos parroquianos o parroquianas que transitan, lo hacen a cara de tajo, o sea, a cara cortada por el frío.
Los alumnos y alumnas llegan cabizbajos a la escuela, no por un estado anímico, sino para esconder las cabezas del frío, como las tortugas. Hoy, hasta los coches tienen frío y se juntan en las esquinas, tiritando en la espera roja de los semáforos. Los poros de los vecinos y vecinas se fueron de vacaciones al sur, a calentarse como lagartos, mientras tanto, nuestra piel es una placa base, lisa e impenetrable. Nada entra, nada sale.

Salgo de clase temblando, no por la emoción de los textos de B. Brecht, sino por prevención, por precaución, porque puestos a temblar, empiezo cuando quiero y no cuando me toque.
He comido en La Antigua Viña y de puro cabezón, me fumo el café en la terraza desierta. No aguanto ni cinco minutos y vuelvo tortugueando, café en mano, al interior, ante la mirada divertida de Marina.
Buenas tardes y buenas estufas a todos y todas!