Ensayo general de invierno

31/10

La Antigua Viña/
La lluvia y el frío se divierten a nuestra costa. Ella va y viene, él se tira en picado. Juntos escenifican un invierno que no lo es, pero lo parece.
Para nosotros es un ensayo general. Para recuperar la capacidad de moverse dentro de los abrigos, para ajustar la medida de los abrazos, la intimidad con las sillas. Para hogarear los hogares, encender las estufas, que cuando las vuelves a encender huelen a polvo de verano acumulado, a desierto quemado, a pavimento caliente, a calor rancio. Para sacar de los cajones esos minutos en que vuelve a apetecer un té caliente. Personalmente, me gusta en taza de cerámica, alta, para cogerla con las dos manos y mantenerla cerca y respirarlo (serán vicios de fumador, gusto por los humos). Para las terrazas ya son imprescindibles las bufandas, y en mi caso, los guantes de dedos cortados para la pantalla táctil y su teclado, y para no comer lana cuando fumo.
Días de hábitos de lana, de paraguas abiertos o paraguas cerrados, pero días de paraguas.
Ahora llueve copiosamente.
Buena lluvia a todas y todos y que los paraguas nos cobijen!

Lunes

29/10

Patxoca/

Lunes por la mañana, todos jugamos al invierno. Un grupo de alumnos de interpretación todos encapuchados y en piña alrededor de una mesa parece que estuviesen fraguando la revolución, tan esperada ella, tan olvidada, tan envejecida sin haber nacido. El cielo es de un azul intenso y frío, y yo, mas bien gris. Los huesos están en su sitio a pesar de la actuación del sábado, pero el alma se fue de paseo y no se a donde. Hoy el mundo está distante, lejos, ajeno. Hoy el mundo no va conmigo, o yo no voy en él. Será por eso que los titulares de los periódicos golpean menos, que el ruido de los coches suena lejano, que la ciudad se mueve en otra página. Hoy estoy solo y bien lamido. Ayer hemos cambiado la hora y el paso, hemos dormido y soñado una hora mas. Será por eso que me cuesta tanto volver a este día, tan real, tan lunes al sol de invierno. Los encapuchados han aparcado la revuelta y se van a clase en manada, la terraza queda desierta si aceptamos que las motos y los coches aparcados no tienen alma, como los órganos trasplantados, diga lo que diga la Mariló que lo parió.
Buen lunes, buen frío. A todos y todas!

Avenida Paralelo

28/10

Desde la ventana/

Domingo por la tarde. Mucho frío. Ayer la temperatura ha bajado de 20 a 12 grados entre el mediodía y la noche. Hoy nos hemos saludado con el invierno, hoy he encendido las estufas.
Como hay ráfagas de viento huracanado, las terrazas de los bares han quitado los parasoles, los cerramientos y en la mayoría han recogido las mesas. La calle es el páramo a transitar entre dos puntos. Hoy la miro desde la ventana. (Imposible no referenciar el texto de Cortázar del que hablé el otro día)
Desde la ventana de mi habitación, veo la acera de enfrente. La acera de L’Eixample.
La avenida Paralelo, es la frontera de los dos barrios, y aunque tal vez, se vive mas Poble Sec, en verdad, el Paralelo es el Paralelo. Es una entidad propia. Casi un barrio en si mismo.
Fue en la Barcelona noucentista, el tajo bohemio y burlesco, putero y trasgresor, donde la noche no acababa nunca. Los teatros de revista, la farándula del pecado, las vedettes, las coristas, los empresarios, las putas. La mirada mordiente y mordaz del cabaret.
Un tajo que hoy va desde la Plaza de España, a la Plaza de la Carbonera. Una gran rotonda dura, sin accesos, cubierta de carbón figurado, que en su contorno sirve de salida a la Ronda del Litoral. Detrás el puerto. Las grúas y las torres del funicular.
Un tajo que no es paralelo ni perpendicular a nada, un tajo que es la sombra de una línea imaginaria: El Paralelo 41º 22′ 34″ Norte. Y al escribirlo, me siento como si viviera en el asteroide B-612.
Buena semana a todos y todas!

Noche de fiesta

26/10

La Antigua Viña/
Final del día. Nueve y media de la noche, antes de subir a casa, un cafecito fumado en La Antigua Viña.
El primer frío ya está aquí. Ahora no llueve, pero el barrio está mojado, los vecinos y vecinas están mojados y mojadas, los perros también están mojados, el futuro está mojado. Y encogido.
Ahora la calle camina en dos direcciones, los que vuelven a casa y los que salen de fiesta. Por algo es noche de viernes. Las mujeres indúes que salen, llevan bordados de oro en sus vestidos, en sus pañuelos y en sus sonrisas, las que vuelven llevan hijos de todas las edades, las latinas llevan la fiesta en el cuerpo, salgan, vuelvan o se queden donde están. A ellos, los hombres, sean de donde sean, se les descubre la dirección en los zapatos, y en la crencha engrasada, diría Carlos de la Púa, si salen, brillan por las puntas, si vuelven, los zapatos están sucios y el pelo seco y opaco.
La cajera del supermercado ha pasado hace ya un rato, con todo el cansancio, con todo el sudor, con toda la frustración de haber tenido tanto dinero en sus manos y tan poco en su cartera. Ahora vuelve a pasar con 500 gramos de maquillaje en su rostro ajado, la falda una década mas corta y la furia en la mirada de quien jura: Esta es la noche! Esta es mi noche!
Momo, el adolescente del ático, el hijo de Laura, la enfermera del galgo, acaba de entrar al edificio a toda pastilla, imagino que ha cambiarse, el amanecer lo encontrará seguramente de botellón en la plaza de Las Navas, jurando que la próxima semana será la buena.
También es la hora de los perros, aprovechando la pausa de la lluvia, el barrio los ha sacado a hacer su paseo. En una mano la correa que los une a sus bichos como un cordón umbilical y en la otra, la bolsita de plástico, para recoger esas cacas, que tan mansamente se aguantaron los chuchos, durante toda la lluvia.
Esta noche es sin duda la mejor de la semana. Y si esta noche no somos felices, no pasa nada, siempre nos queda la de mañana, la del sábado noche.
Buena fiesta a todas y todos!

Al fin ya es viernes

26/10

Patxoca/
Día lluvioso y gris. Una gran mesa de alumnos y alumnas. No quisiera ser el profesor del que hablan.
De pronto los alumnos se levantan y se van en manada a la escuela, pero sale Chan, la dueña del Patxoca y reclama que uno no pagó. Instante en suspensión, todos se miran y una se pone roja como un pimiento y con la cabeza gacha entra en el bar a pagar.
La terraza ha quedado casi vacía. Un parroquiano en una mesa y tres alumnos de dirección en otra, y yo en la mía, claro. Llegan tres bailarinas corriendo y una resbala en el suelo mojado, da tres vueltas y media pirueta, pero consigue controlar y mantiene el equilibrio. Sale una profesora con el casco de la moto puesto y se cruza con otro profesor que entra. Se quedan charlando, ella con el casco en la cabeza y él con la prisa en los pies, pega saltitos de urgencia hasta que finalmente sigue su camino y entra en la escuela.
Pasa la vecina vieja de los dos perritos que ahora lleva además una muleta y un gesto de dolor comprado en la farmacia. Una madre y su hija, bailarina, se despiden en la puerta. Parece que la niña se fuera a la guerra, con su mochila, su bolso, su cartera, sus auriculares, sus botas. «Si muero en el tatami, piensa en mi»
Se acerca un alumno a mi mesa y me pregunta si hoy puede presentar su trabajo, yo miro el planning de la clase y le respondo que no es que puedas, es que te toca.
Comienza a llover nuevamente, suavemente, casi diría, tiernamente.
Buen fin de semana a todas y todos!

Un día mas

25/10

Patxoca/

En mi mesa del Patxoca, viendo amanecer.
A veces todo se reduce a luz y sombras, a blanco y negro.
Uno a uno van llegando los alumnos, los profesores y los administrativos. La escuela se recarga y se prepara para una jornada mas. Teatro y danza en todos los frentes, en todas las aulas.
La calle está tranquila y gris y ya se huele el fin de semana. El otoño trepa por paredes y por los árboles, que todavía se aferran a sus hojas como los viejos nos aferramos a los recuerdos.
A mi mesa se han sentado dos alumnos de la escuela de danza. Mientras escribo les oigo hablar y mis palabras mudas se entremezclan con las sonoras de ellos… Llega una profesora y se sienta con nosotros y dejo de escribir…
Buen jueves a todas y todos!

Es noche el barrio.

24/10

Desde la ventana/

Es hora de latidos, de camas, de colchones, de cartones. Es hora de ronquidos, Este barrio esconde maletas debajo de las mantas y pasaportes vencidos en los desagües. Este barrio tiene puerto pero sabe mas de aeropuertos, de saltar fronteras. Este barrio se moja la espalda cuando se lava la cara cada mañana. Este barrio madruga aunque dios no lo ayuda. En este barrio, los dioses trafican influencias, marcan territorios, imponen aduanas.
Pero ahora, es noche el barrio. Es hora de latidos. Este barrio respira y transpira deseo, fornica con y sin amor, gime, suda, y se corre de madrugada. Este barrio que se llama pueblo y dice estar seco, se moja cuerpo a cuerpo, se llora, se inunda, porque hay tantos, pero tantos, kilómetros de vuelta a casa. En este barrio estamos lejos de todo lo que está cerca.

Error

Desamoros, desatintos y mas errores

La canción del suicida,
que loco de amor mató su corazón creyendo que era el de ella.
Titulo para un gesto,
para un instante.

Es abismo
el error,
es vacío.
Es la obstinación, que reniega de la curva
en el mismo instante de la caída.

El mundo es invención si estás del otro lado.

Cuenta el reloj,
el cuento del nunca se acaba,
pero se acaba.
Y la pipa se apaga.

En esta curva se estrelló un coche,
conté miles de veces,
sin saber que yo era conductor,
chasis, motor y curva.

No puedo estar allí si estoy aquí
me dijo mi propio cadáver,
saltando a las estrellas,
que estrellan la noche,
estrellándose la vida.

Cortázar

21/10

La Antigua Viña/
Domingo por la tarde. Hoy volví a escuchar, después de mucho tiempo, a Julio Cortázar en un disco grabado en 1966. Entre cuento y cuento, Cortázar «conversa» con nosotros desenfadado y cercano y nos habla sobre el tiempo. Sobre ese, su presente, en un París invernal -en el momento de grabar- y este otro momento, en que alguien como yo lo escucha en un futuro lejano y difuso para él, pero que es un presente concreto para mi.

Yo recuerdo que lo escuché por primera vez en 1967 o 1968, yo estaba en la casa de mi abuelo, donde viví hasta los 17 años. Estaba en mi habitación y supongo que el disco debía ser de mi hermano, no recuerdo si era verano, pero si recuerdo que había mucha luz. Jamás imaginé entonces, que diez años mas tarde, lo conocería en Madrid.
Fue en 1977, yo alquilaba una habitación en la casa de Zulema Kats, y una noche, en una fiesta, no recuerdo si era el cumpleaños de Zulema, vinieron Pablo Milanés, Silvio Rodriguez, Marilina Ross y… Julio Cortázar. fue una noche inolvidable, acabó de madrugada, con Julio y Marilina cantando a capela unas milongas inigualables!

Hoy Cortázar ya no está. Yo vivo en Barcelona desde 1979. Ahora es otoño.
Pero al escucharlo, el tiempo se triangula. Por un lado está el París de 1966, en invierno, con un Cortázar resfriado y vestido con un polo amarillo de cuello alto, mirando la nieve por la ventana mientras habla -graba- en el disco. Luego estoy yo, con 16 o 17 años, en Buenos Aires, en una habitación llena de la luz del sol y un Cortazar difuso, en un París también difuso. Por último, vuelvo a estar yo, pero esta vez solo, en Barcelona en otoño, escuchando la voz de un escritor muerto, como dice él, al inicio del disco.

En ese triángulo está casi toda mi vida, pero la voz de Cortazar sigue inmutablemente joven, mientras la mía en cambio se ha opacado con los años y mi pelo se ha vuelto blanco.
Pero aquí estamos, él y yo otra vez y por unos instantes Cortazar está vivo y yo tengo una vida entera por delante.
Después, he bajado a La Antigua Viña a fumar mi café, sin prisas.

Hacer otra cosa

Escribir
en papeles,
en pizarras,
en la arena.
Escribir en la piel,
en la punta de los labios.
Escribir en la memoria.

Escribir
cada día,
cada instante,
cada cosa
cada ahora

Escribir
desde ahora,
desde la distancia,
desde la presencia,
Desde una recta,
desde una curva,
desde un ángulo,
desde un vértice.
Desde mi mesa en la terraza del bar.

Escribir
de memoria,
de costado,
de mentira.

Escribir
sin escribir
sin tinta,
sin sentido,
sin acuse de recibo.

Eso sí, después hay que lavarse muy bien los dientes, para sacar los trocitos de palabras que se quedaron sin salir.