Diario de un veraneante.

Sosegados el alma y los pasos, los pensamientos se dejan llevar calle arriba o calle abajo, sin sobresaltos, sin urgir. El sol que calienta las carnes, enfría también las inquinas. Cosas del verano, mediterraneamente acontecido.
Ya tiene este mar quien le escriba sabidamente, siempre lo ha tenido y siempre lo tendrá. Yo solo lo disfruto y me dejo envejecer por su sol y su sal. Yo me acomodo a sus mareas, a sus olas, a sus arenas, sus rocas. Siempre de este lado, del otro, el mar es la mar, y es de los marinos.
Yo, solo bañista, paseante, contemplador. Así he transitado sus orillas, siempre mas seco que mojado, desde Cádiz hasta Grecia, que sin ser mucho, lo tengo por bien transcurrido.
Vecino de su puerto, en las noches de verano, desde mi casa con las ventanas abiertas y las cortinas al viento, el olor del mar llena el aire hasta el tacto.

Ya no puedo imaginarme viviendo lejos de su orilla. Ni de un lado ni del otro. Ni mar adentro, ni campo afuera. Orillero.

2 pensamientos en “Diario de un veraneante.

  1. Gabriel Alejo dice:

    Y, además, empuja a escribir… Muy lindo, Jorge!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s