Curriculum vitae.

Precipitadamente, la vida.
Te raja, te besa, te muerde, te acaricia, te clava puñales y hace brotar flores en las heridas.

Urgió mirarla a los ojos desde la primera y efímera inmortalidad juvenil y la fiereza de su destello me traspasó por siempre de incertidumbres y en un abrir y cerrar de ojos me preñó con seis décadas y la yapa. Ahora andan las cuentas del collar desparramadas por el suelo, rodando debajo de los muebles de la memoria, y la perplejidad se acumula entre los papeles del escritorio.

Tengo en mi botín de vida, un scalextric desvencijado con vías de trocha diferente. Crean bellos periplos, pero aislados entre si. Jeroglíficos cerrados en su propio dibujo y en su propio significado. Vías suicidas que se abocan indefectiblemente al abismo del olvido.
Finalmente, tengo en mi pasaporte una cantidad ingente de visas para viajes a ninguna parte.
Tengo en mi armario restos de atrezzos y vestuarios de diversas y variadas producciones. Comedias, dramas, algunos sainetes, y hasta una tragedia, que nunca llegaron a estrenarse, ni se estrenarán, tampoco ningún vestuario está completo y hoy me visto con zapatos de clown, pantalones de clase media realista, camisa cortesana con reverencias y ademanes propios y por ende, impropios, sombrero de copa de alta comedia, y ninguna flor en el ojal.

Tengo en el trastero, un cementerio propio y querido que no deja de crecer. Lo visito de tarde en tarde, limpio sus paseos, recojo las flores marchitas, pero nunca me quedo el tiempo suficiente, todavía busco a mis muertos por la calle, en pleno día.

2 pensamientos en “Curriculum vitae.

  1. Gabriel Alejo dice:

    ¡Qué bueno tenerte de nuevo por estos lares!

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