(Instrucciones para mirar el mundo)
Dejar el bastón en casa y como si de la vieja red se tratase, salir cámara en mano para -en vez de mariposas- cazar instantes, luces, sombras.
Mirar lo cotidiano con un ojo que ve más de lo que se deja ver. Intuir el acto antes de que lo sea, o intentarlo una y mil veces, hasta que la ley de las probabilidades juegue de tu lado.
Perder la paciencia esperando a ese pájaro que no llega, que no llega, que no llega.
Deambular siguiendo la intuición, esa delicada amante del azar, esperando un beso, un salto, un ala abierta, una ola que rompe, una cortina que baila. Una puerta de ladrillos que se abre.
Soñar con capturar los minutos cuando se convierten en horas y estallan en el aire miles de brillantes segundos, y hacerlo justo antes de que se apaguen, antes de que caigan al suelo como una lluvia de nieve sucia y ceniza.
Caminar, agacharse, colgarse, esperar.
Esperar a recobrar el aliento después de caminar, agacharse y colgarse. Esperar a que alguien acabe de pasar o a que alguien acabe por pasar.
Esperar a que ocurra ese acto fortuito que vuelve único lo cotidiano, o descubrir que siempre estuvo ahí, en el encuadre.
Esperar a que un gato mire y se ría.
Al volver a casa, con mucho cuidado, abrir el frasco de las imágenes capturadas y separar las casi y las pudo ser, de las movidas y las desenfocadas, y comprobar si entre unas y otras se ha posado una Greta oto.
Greta oto es una de las más bellas mariposas. Con alas transparentes de cristal para ver el mundo a través.
Sutil magia, querido!!!…quedé encantado por tu varita-postal. Realmente preciosa y estimulante, gracias.
Te mando una abrazo,
gVO
Gracias, hermano!
belleza de lo cotidiano. Bello texto
Gracias inmensas, Patricia!