Te espero en el campo de batalla.

17/05

Desde mi cocina/

Despertarse. Abrir las ventanas, las puertas, los cajones. Abrir los ojos, los oídos. Abrir el alma. Abrir los instantes cerrados, las bocas calladas. Abrir el grifo del deseo y beber. Porque al fin es viernes.
Es la canción del día, la cantan vecinos y vecinas en mi barrio, la silban los perros movedores de rabos, la bailan los cojos en pareja con sus muletas, sus bastones, con la perfecta imperfección de sus andares.
Hoy se bailará cuerpo a cuerpo, furia a furia. Hoy se cocina la fiesta en los fogones a fuego lento con las brasas prohibidas de la pasión.
Anda mi calle practicando sus pasos, hoy se camina de vals o de bolero, se salta de rock o de salsa, y se corre de puro gusto.
Si yo pongo la música, tu me enseñas el paso.
Hoy se enroscan hasta el abrazo las esquinas puntiagudas con las chanfleadas, escondiéndose en los zaguanes umbrosos.
Hoy dormirán los nietos en la cama de los abuelos, porque madres y padres, se rondarán en la fiesta y amanecerán empapados en las camas paridoras.

Es la mañana anunciadora, dice el cura laico, luego vendrán la siesta reparadora, la tarde preparatoria, hasta que finalmente explote la noche molotov y las esquirlas del deseo nos alcance a todos, todas. En esta guerra, perder, es salir ileso.
Que la pasión nos hiera de pleno, que el deseo nos corte la piel, que el roce nos ensucie el alma tan vergonzantemente higiénica y patriótica. Que esta noche nos pille confesando sin culpas todos los secretos, al ejército invasor.
Feliz derrota a todas contra todos, a todas contra todas y a todos contra todos! Que nadie se quede sin su enemigo!

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