12/06
La Antigua Viña
En el portal de mi edificio, hay dos bares. Uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno es gallego y el otro brasilero. Los dos cierran tarde, en los dos venden tabaco y también en los dos tienen la marca de whisky que me gusta. Por último, los dos tienen terraza en la calle (para los fumadores, claro) Que mas puedo pedir? Sabina canta “…que no te cierren el bar de la esquina…” Joaquín, estoy cubierto, gracias.
Ahora estoy tomando un café en la terraza de “La Antigua Viña”, el gallego, mi bar. Tino y Marina, los dueños, y su hijo, César, son mi familia de prestado.
Cuando la melancolía barre todas las defensas, Marina me cura con su cocido con chorizo, o con su caldo gallego. Con los parroquianos discutimos y peleamos por el fútbol y la política, con el camarero compartimos la fuga de ojos, debajo de alguna falda audaz, de algún escote imposible.
Mientras Raschida, en mi casa, limpia los restos de soledad acumulada, barre mis vergüenzas, friega las tristezas. Cuando acaba, mi casa me acoge con una ternura aséptica y brillante.