Día veintisiete. A Robinson Crusoe.
Viernes o los limbos del Pacífico. O en este caso del Mediterráneo, amigo Tournier.
O un viernes sin Viernes, para ser mas exacto.
Isla Speranza. (civilizar el entorno para no animalizarse)
Recorro mi propia isla donde guardo delicadamente los restos de tantos naufragios meticulosamente ordenados, con ellos construí esta ciudad íntima que me nombra cuando me olvido y me recuerda de donde vengo, cuando le pregunto a donde voy.
Que me guarece cuando hace falta, que se mantiene ajena a las tormentas interiores y resiste el embate de las otras. Isla protectora, isla sanadora sin vocación de calabozo, sin rejas ni grilletes.
Isla de andar volviendo, hoy está perturbada porque me ando quedando, se cruje de ganas su puerta, le gustan las despedidas. Por los reencuentros.
Cuando vuelvo helado del invierno ella fabrica otoños con sus fuegos y me ofrece sus lanas, cuando el sol ruge y me regresa derrotado al interior, ella es toda sombras de selva y persianas, ventiladores de palmera y ducha fría.
Pero es viernes y Viernes no está y mi isla no entiende porque no parto en su búsqueda, en la búsqueda de todos los viernes y los sábados, de todos los lunes, los martes y todos los otros y las otras que habitan en cada uno de los días de las semanas que pasan, mientras seguimos varados en el mar de los Sargazos
Ella desea que parta una y otra vez, para que pueda seguir regresando cada noche a mi Isla Speranza.
Buen viernes, a todas y todos los Robinson y Viernes. Porque estáis ahí.
Referencias: “Viernes o los limbos del Pacífico” de Michel Tournier. (Maravillosa lectura para estos días)