De puertas adentro, largos son los pasillos, pasajes y corredores concéntricos, que no conducen a parte alguna pero permiten, sin embargo, mover el alma sin rasgarla, y a pesar de que las horas de interior son mas largas, escuecen menos que las horas vividas en las convulsas orillas de la piel.
Arrastro, no mis pasos sino mi sombra, por el filo de la oscuridad que me difumina, recogiendo ecos de voces, destellos.
Mientras afuera un sol de invierno me entibia la nariz y el aire del mar me sala la memoria.
Y mis huellas en la arena dan fe de los pasos que voy dando.