Presente que borra toda huella de lo acontecido.
Que enmudece al devenir en que el sucediendo ya no devendrá.
No será sucedido.
Presente desesperanzador como lo eterno.
Presente que corrompe la vida.
Que le clava las agujas de la inmediatez de estar viviendo.
Presente perenne.
Ni el arco, ni la diana. Solo la flecha volando.
Y la flecha no tiene memoria.
Jorge tu poema vuelve a explorar regiones del lenguaje que tenías un poco difusas.Me alegro porque creo que es un camino que te ofrece versiones distintas y más ricas para entrar en eso que intentamos siempre descubrir y que nos rige para adentrarnos en el interior de las cosas. Un abrazo Raúl.
Querido Raúl, siempre tus comentarios me son inmensamente preciados, pero este te lo agradezco aún mas!
AbraZo!