Estoy desayunando mar con tostadas untadas de cielo y tormenta.
Estoy caminando por el borde del mantel, hundiendo los pies entre la arena y las migas, entre la luz del alba y la luz de los sueños.
Estoy navegando en esa delicada línea que va de la vigilia al horizonte. Llueve sin gotas, es el aire el que moja y empaña las olas desparramadas sobre mi mesa.
Alguien está de pie en la orilla, inmóvil, con un paraguas abierto. Es la otra punta de este cable de funambulista, que se tensa y me estira de las pestañas hasta despegarlas y me despierta.
Me abrazo al día y al café caliente y dejo que mis sueños terminen solos, removiéndose en los pliegues oscuros de las almohadas, yo tengo demasiado mar que atender en las ventanas.
De la tormenta soñada a este sol blanco, a este cielo sin matiz, este cielo solo cielo, solo azul.
Inmenso dúo entre este cielo real y este cielo soñado. Y aunque ignoro cual de los dos sea mas cierto, el mar, es siempre el mismo de un lado y del otro de mis párpados.
Recorro la casa hasta el fondo, izando persianas, para que toda la luz, ondee como única bandera. Un reguero de espuma me enseña el camino de vuelta a las ventanas que dibuja el mar en mis paredes. Abro los cristales, y el mediterráneo todo, me infla los pulmones como velas y en un salto estoy en la orilla, inmóvil, con mi paraguas abierto en la mano.
ay Jorge, cómo me gusta leerte. Y te veo
Gracias Patricia!!
Sueño sońado , cielo soñado, mar soñado,. Soñar que todas las mañanas , el Mediterráneo, así como mayúscula , compartirá contigo, café con leche y tostadas con manteca y mermelada de naranjas amargas . Soñar que todas las noches el último sonido serán las olas como entonando un mantra . Eso es un sueño. Y los sueños , sueños son…
Gracias Silvia. Siempre, siempre, un placer ver tu paso por este sitio