Palabrerío.

23/07

Desde la esquina callada del salón/

Cuantas veces dije.
Cuantas veces no empecé ni acabé lo que sea que hubiera de empezar o acabar.
Y fue, no el juramento que es pasional como el amor de juventud y no dura un rábano. Fue la certidumbre la vulnerada.
Cuantas paredes maestras del pensamiento se nos fueron al carajo con esto del vivir. O parecido.
Pero sigo vivo y cuerdo de atar, como dice Joaquín, gracias a esta colección de palabras que dicen lo que no nombran, pero lo dicen igual e igual queda nombrado.

Palabras preciosas, recias, frágiles, únicas. Palabras impares, palabras mayores, o menores como los paños. Palabras empañadas de tristuras. Palabras que con empeño, con mas paño que oro, suben la silenciosa cuesta a pulmón.
Palabras mudas, ciegas o sordas que tiemblan sobre la mesa, al costado de un café que se enfría y de estas manos que envejecen.

Palabras prestadas que guardan ecos de voces amigas, de voces ausentes, de voces truncadas.
Palabras dadas sin juramento ni traición. Palabras cruzadas rabiosas. Palabras que lo contagian todo, con el boca a boca, tan sucias de besos y caries.
Palabras que te paran en seco ante el abismo del silencio. Palabras propias, identitarias. Palabras comprometidas, prometidas, palabras apalabradas.

Cuantas veces pronunciadas, cuantas veces desoídas, cuantas veces silenciadas.
Palabras que van dejando su reguero de sílabas caídas, como las migas de Hansel y Gretel.

Ahí están.
Os doy mi palabra. A todas y todos.

Fotografía de Patricia Ackerman

Fotografía de Patricia Ackerman

4 pensamientos en “Palabrerío.

  1. Anónimo dice:

    Te veo trepar por la cuesta del poema con una agilidad envidiable. ¿Será el entrenamiento que te da el trapecio?

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