13/06
Detrás de las cortinas/
Son las primeras horas del día, las horas mas protectoras. Es la primera luz, la mas tenue, la que mas ilumina.
Cuando ver amanecer es un hábito madrugador y no un accidente transgresor de la pasión de trasnochar, es cuando descubres que ya tienes una edad.
Andan mis años haciendo surcos en la intimidad de los actos cotidianos. Andan los actos cotidianos haciendo mella en la edad.
No se si soy viejo, pero sí se que ya no soy joven, ni lo quiero ser, como las buenas mozas, que se echan a perder, cantaban las niñas mentirosas en mi infancia.
Son estos los mismos huesos que treparon a los árboles bajo los que ahora me sesteo, son estos los mismos ojos que apuntaban a huevo con la gomera y fallaban, igual que lo harían ahora, son los mismos que miraron por primera vez, con un nudo en la retina, la primera desnudez contraria.
Son estas manos las mismas que sostuvieron los soldaditos de plomo, y se cerraron en puño desafiante antes de salir por pies, esquivando el plomo de los soldados. Son estos pulmones infladores de globos, los que siguen inflándose de humo. Es esta la misma tos que antes era convulsa y ahora es crónica. Es esta lengua lamedora, la que ahora vuelve a soñar con los helados del verano. Chocolate y limón, por el contraste.
Es esta carcaza abollada el mismo continente, pero ya son otros los países contenidos.
Si es la vida vivida la vara de medir, yo empiezo a ser alto.
Por lo demás, nada ha cambiado, yo sigo siendo este asombro y esta duda constante.
Y aún me despierto de buen humor.
Buen crecer, bien madurar y buen envejecer, a todos y todas