A vista de pájaro. A tiro de piedra.

12/06

Desde el balcón/

Despaciosamente amanece. El barrio se estira y se despereza mansamente, entregado a su rutina.
Desde el balcón veo a Tino colocar las mesas y las sillas de la terraza, y como quien iza sus banderas, él abre los parasoles con una manivela.
Aparcados en doble fila, los camiones de reparto se arremolinan allí donde hay comercios que abastecer. La dependienta de la farmacia apura su cigarrillo bajo el rótulo protector de la cruz identitaria, antes de levantar la persiana metálica que la separa de la buena salud. En este caso de la suya propia.
Porteros y porteras se saludan a golpe de escoba, cada uno y cada una, quitando los polvos en el ámbito preciso de su portal, y la paja en el ojo ajeno, dicen.
Un grupo de escolares bullangueros, sube la cuesta entre risotadas, aquietados por el peso de sus mochilas. Lastre que si no educa, al menos los contiene sosegados.
Pasa una ambulancia desbocada a gritos de sirena. Alguien ha comenzado el día con mal pié, pienso.
A lo lejos ladra un perro, alguien grita. Se oye un estruendo y un golpe seco.
Buenos días barrio, buenos días todas y todos!

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