21/05
desde el salón/
Se levanta este martes en diagonal. Su luz recorre al biés las calles de mi barrio.
Entre claros soleados, nubes, o chubascos andan perdidos mis pensamientos.
Cada día se produce la liturgia del amanecer. Y es el mismo el territorio, pero diferente es la geografía; cambiante como la luz.
En la calle vuelan los papelitos barridos por el viento, vuelan los pasos rápidos de vecinos y vecinas apurados como el conejo de Alicia en busca de mas tiempo, vuelan mis palabras antes de que las escriba y se queda en blanco la pantalla interrogante.
Bajo corriendo los escalones de mi escalera y me zambullo en el día. Él me moja de mayo y sol, de lluvia y mayo, y yo me seco cual lagarto inmóvil tocado por esta luz martecina.
Al volver a subir, dejo un reguero de gotas de día, detrás de mis pasos.
Cuento los escalones como quien cuenta un cuento, pero siempre llego al final y aún me sobran peldaños.
Enciendo los fogones de la cocina, que bosteza con olor del pan tostado, del café caliente, de la mermelada casera y grandiosa que cada mañana me devuelve a la orilla viva de mi vida.
Unto mis tostadas con mantequilla y barrunto de palabras el teclado. Ecualizo la luz del salón con el grado de giro de las celosías, musíco el silencio de tus sueños con los blues mañaneros de Eric Bibb y finalmente te despierto con un buenos días untado de buenos momentos, de buenos besos.
La rutina de estos días excepcionales nos coloca en el lado correcto de nuestro tablero. Tu las noches, yo las mañanas, y las tardes a juego compartido.
Tus zapatos a este lado de la puerta esperan que tus pies despierten. Yo apuro estas palabras para tu desayuno.
Buenos días a todos y todas!