Domingo republicano.

14/04

La Antigua Viña/

Domingo apacible, a paso lento y despreocupado. El barrio lagartea en las aceras generosas del Paralelo, los vecinos y vecinas, nos saludamos con la parsimonia que da el no tener nada mejor que hacer.
Anda el tiempo perdiéndose en los rincones del alma, hurgando en la memoria, con la misma facilidad con que los niños se cuelan en los terrenos baldíos del barrio, sin otra finalidad que matar las hormigas y las horas tempranas y desveladas de la siesta.

Pasa una pareja besadora sin mirar por donde pisa. Ni falta que hace! parecen pensar los que se apartan esquivando el choque, con un rictus en la boca a medio camino entre la sonrisa y la envidia. A sus labios les faltan esos otros a los que besar hasta la ceguera.

Pasa un padre empujando un cochecito de bebé en cada mano, y una pila de abrigos y jerseys diminutos amontonados en cada hombro. Con un movimiento incómodo del alma, estira su cuello hasta el desgarro, para ver mas allá de las ruedas delanteras de los cochecitos. Me recuerda a Oddball, el tanquista que interpreta Donald Sutherland en «Kelly’s Heroes», dirigido por Brian G. Hutton. Pobres niños si su padre se parece a Oddball, pienso.

La molinera jubilada hace días que no pasa, y sin ella, esta primavera está descolorida, sin ella el barrio anda confundido y alicaído. Sin ella este domingo es un lunes cualquiera.
Sin ella este 14 de abril tan republicano, se torna monárquico y de derechas.

Domingo republicano de mesas familiares, de resacas mal disimuladas, de sueños incompletos, de vigilias laicas.
Domingo día de fútbol, y hoy ni te cuento!

En mi infancia los domingos se llamaban tarde de cine. Tres y hasta cuatro películas al hilo en la sesión continua de los cines de la calle Lavalle, en Technicolor y Cinemascope. Allí acompañé en mil aventuras a Gary Cooper, John Wayne y kirk Douglas. Al anochecer volvía a casa al galope tendido, a rienda suelta e imaginación desbocada. El lunes quedaba entonces tan lejos!

Domingo para los cuatro exploradores perdidos que pasan en este instante delante de mi, con sus mapas imposiblemente grandes e incomprensibles, sus mochilas cargadas a reventar de todo lo que no hace falta, sus sombreritos ridículos al estilo de «La Isla de Guilligan» y sus botas de patear caimanes. Alguien debería decirles que están en medio de una ciudad. Y que esos bichos negros y amarillos que pasan rugientes, se llaman taxis y no tigres, aunque por dentro huelan igual.

Endomingarse para no morir de melancolía. Para caminar las calles de tu barrio silbando bajito. Para saludar la belleza de las mozas que se pasean enredando en los istmos de sus escotes, las miradas azoradas de los mozos.
Domingo para que mis manos extrañen tu cintura, para que mi alma se añore de la tuya. Domingo en las cocinas y en los fogones, domingo en todas y cada una de las fichas caídas del dominó de los jubilados.
Domingo y 14 de abril, feliz día de la República! La de todas y todos!

2 pensamientos en “Domingo republicano.

  1. Gabriel Alejo dice:

    Lagartear… ¡qué lindo verbo! y muy gráfico. Muy linda postal.

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