Donde le duele?

18/01

Desde mi ventana/ Patxoca/ Ambulatorio.

Viernes temprano, cinco grados y lluvioso. Desde mi ventana veo que Tino no ha montado esta mañana la terraza. Las mesas y las sillas están apiladas y mojadas y los parasoles cerrados. Casi que se lo agradezco, es una buena razón para quedarme en casa un poco mas, y escribir desde mi mesa -con su estufa a los pies-, una buena razón para escribir desde este lado del vaho de los cristales. En el otro, la calle muestra su fiereza, su alma de páramo.
En un rato, estaré allí, en ese mundo que ahora desde mi ventana, resulta tan ajeno como inhóspito, tan brutal como cierto.

Patxoca, media mañana el invierno reparte cartas, aunque ahora ha dejado de llover. La terraza resiste, los alumnos apretujados alrededor de una mesa resisten, Chen asomada a la puerta del bar, resiste, yo resisto. He cortado el vendaje que une mis dedos para poder ponerme los guantes y luego he vuelto a vendarlos por encima. Vendaje de invierno en el Corte Inglés.
Los alumnos han entrado a la escuela dejando un rastro de frío detrás de si.
El barrio se mueve hoy de puertas adentro, y los pocos caminantes que atraviesan las calles, lo hacen al abrigo de las paredes y los portales, como Nosferatus escapando de los rayos del sol. Todos respiramos bocanadas de humo blanco, bueno el mío es mas bien oscuro, pero disimula. Hoy todos somos un poco locomotoras, arrastrando las osamentas crujientes y castañeteantes, en una geografía sin raíles, pero con muchas barreras.

Por la tarde. En la sala de espera del ambulatorio del barrio, a que me miren el dedo…
El día ha cambiado, ha salido el sol y ha subido la temperatura. El barrio se ha ido asomando a la calle con desconfianza y prevención. De los bolsos asoman mangos de paraguas plegados, preparados para saltar al ruedo a la primera gota, las capuchas abiertas están preparadas para subirse de un salto a tanta cabeza desnuda y desprotegida.
En la sala de espera, me encuentro con dos vecinas, que de tan mayores, se han hecho tan pequeñitas, que podría sostenerlas en la palma de mi mano, si no fuera por mi dedo convaleciente. Nos saludamos con cortesía y con el temor de los pacientes dibujado en las sonrisas.
Una mujer se ha equivocado de día, tenía hora para ayer, y esto ha dado pie a un corro donde cada una, cada uno, opina, se queja, aprueba o suspende a la seguridad social. Ahora -y no se como han llegado- se está hablando del caldo de gallina y de los potajes en general, mientras escribo, trato de prestar la debida atención, a ver si descubro una receta nueva con que alimentar las horas solitarias.
Buen viernes y dedos cruzados a todos y todas!

2 pensamientos en “Donde le duele?

  1. alejandro dice:

    el frio y la soledad no llega a enfriar ni un poco la mirada ardoroza con la que describes la llama del mumdo que rodea tu ventana .

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