21/12/12
Patxoca/
Para ser el fin del mundo, hace un día precioso. Hay sol, no hace frío, y además es viernes, y último día de clases antes de las vacaciones. Si todos los fines del mundo van a ser como este, a mi póngame dos.
La terraza, inexplicablemente, está vacía, la calle también. En mis auriculares suena Bird Dog, folk blusero, por decir algo.
Chen sale a la puerta, a ver por que no llegan clientes, donde están todos? me pregunta, estarán despidiéndose le respondo yo, pensando en que es el último día de clase, e imagino a los alumnos organizando mini fiestas y despedidas en las aulas. Pero ella entiende que lo digo por el fin del mundo, e inquieta y murmurando algo en chino, vuelve a entrar en el bar.
He dado la última clase y ya he comido. Ahora fumo mi café en La Antigua Viña.
Oficiosamente, el mundo no ha acabado, pero oficialmente ha empezado el invierno, a las doce y doce.
La calle continúa extrañamente desierta. Extrañamente silenciosa. No como si algo estuviese por pasar, sino como si algo ya hubiese pasado.
Leo los titulares del diario a ver si encuentro alguna pista, pero nada. Nada? En EEUU se dispara la venta de mochilas antibalas para niños, Rajoy se felicita, él solo, por los logros en el primer año de gobierno, lo suyo es un récord: Hundir un país y quebrar un modelo social en tan poco tiempo! A Ramoncin, el rey del pollo frito, lo investigan por fraude. No no creo que ninguna de estas noticias sea la causa de este extraño desierto. En realidad no creo que ninguna de estas tonterías sea ni siquiera una noticia, pero con la fallida previsión del fin del mundo, es posible que los periódicos se hayan quedado sin nada que publicar. Visto lo cual apuro mi café, y saboreo la siesta que se me viene encima, que esta si que llegará, no como este Apocalipsis de pega.
Feliz invierno a todas, todos!