Duelo.

23/11

La Antigua Viña/
Días extraños. Días callados. El barrio está serio, golpeado. El ceño fruncido, el gesto apretado. Pero seguimos caminando a pesar de todo.
La llegada del invierno es inexorable. Los días se acortan, el sol se enfría, crecen las bufandas, crecen los abrigos.
Hoy las calles han encendido las luces de navidad, y cada bombilla luminosa es un insulto por tanta bomba oscura, por tanta muerte anunciada, por tanta muerte explotada.
Es en esa línea, imaginaria o real. Es en ese límite, ese borde. Es en esa triste franja, donde matan los dioses, donde matan los hombres, donde mueren los niños.
Nadie entiende el espanto, nadie entiende el horror. Pero hay bombas y hay espanto y hay horror.
Que no nos vengan con razones, que no vengan los acusicas: » …el me pegó primero, el me dijo, ella hizo, ese me quitó…» Nunca hay razones para la sinrazón.
M calle exhibe, en el negro de su pavimento, el duelo por esos otros barrios donde mueren las personas, donde mueren las casas, donde mueren las calles.
Hoy, desde esta calle, negra y dolida, maldigo a todos los dioses, a todos los cielos, a todas las patrias. Me importa un bledo si es uno solo y verdadero o es una sola y grande, o que sean muchas y pequeñas. Me importa un bledo si había burros, o si los reyes no eran magos (nunca lo son). Los maldigo a todos, los denuncio a todos. No queremos ni dioses asesinos, ni profetas iluminados por la luz de tanta metralla. No queremos patrias por las que matar o morir.
Mi barrio llora tanta barbarie, tanta miseria. Mi barrio, hoy es barrio desterrado, despatriado, desdiosado. Y quien dice barrio, dice alma.
Por todas y por todos!

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