Ojalá se pudiera llamar perdido a lo nunca encontrado y en la magia de los duelos dar contorno al vacío, hacer presente la ausencia hasta desvanecerla.
Pero lo desconocido seguirá escondido, allí. Siempre delante o siempre detrás de nuestra zozobra.
Es el paso no dado, el dado no tirado o el tiro que no acierta ni da el paso.
Inútil es el recuento de intenciones, inútil el plañir, inútiles los mapas arcanos.
No hay trazo preconcebido para acceder al territorio donde ni el sí, ni el no y solo el tal vez.
Donde la piedra copie a la iguana.