Despertarse de martes antes de que amanezca, encender el día como quien enciende el fuego de las hornallas, mientras escuchas un jazz calentito y humeante la cafetera repica a ritmo de George Lewis y las tostadas saltan a toque de clarinete. Tomar el café viendo la salida del sol entre las costuras del mar, a través del cristal invernal de las ventanas. Respirar con la calma de una vida hecha, abrir el periódico, lupas de por medio para una vista cansada, y después de tragar tres titulares untados de mermelada, exclamar:
Esto se va al carajo, amigos!!
cómo te quierooooo
cómo te quieroooo
Gracias Patricia, yo también a ti!!