Vida laboral.
Treinta y tres años, la mitad de mi vida. Son los años trabajados en el Institut del Teatre. Profesor de actuación -interpretación- profesor de prácticas de interpretación -talleres- Jefe de Departamento, Director de Centro, Sub-director de la Escuela Superior de Arte Dramático, Responsable de Gestión Académica…
Hoy este viaje llegó a su obligado fin.
A esos años se les suman otros diez, anteriores. En Argentina, en el estudio de Agustín Alezzo, en la Escuela Superior Carlos Pellegrini, y en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Luego en Madrid, y en Barcelona, con Manuel Carlos Lillo…
Algunas direcciones escénicas, menos de las que hubiese querido, y aún quiero. Luego el circo. El trapecio, la pista, y el aire, como escenarios. Tantas compañías, tantas historias, algún que otro crujir de huesos. Veintitrés años.
Aún hoy hago algunos vuelos domésticos, por la costumbre.
Ahora, un alto en el camino, y estas ganas de dejarse tentar por las ganas otra vez.
Y el mar que se asoma por la ventana.
Llega un momento en que sabemos que hay un desenlace y que
lo pensado, actuado y vivido son efímeras circunstancias que en
un breve lapso pasarán a formar parte de una eternidad tanto
desconocida como incierta. A pesar de todo eso continuamos
nuestros pasos cada vez más débiles y trastabillantes mascu-
llando entre dientes ¿para qué todo esto? Y las preguntas son
lo único comprobable que nos asedia hasta que la luz se a-
pague.
Raúl Vera Ocampo
Gracias Raúl! Por tu mirada, y por dejarme ver ese pasaje que va de una reflexión, a un texto literario!