Que vivir no te cause mas daño que placer, y que sobrevivir no te duela mas que sobremorir. Que en invierno no se te enfríen los pies, y que la mujer que elijas sea de caderas anchas, para que tengas asidero cuando vengan mal dadas. Y si vas a caminar por la carretera, hazlo por el carril contrario, así podrás ver la matrícula del coche que te atropelle. Fueron los mejores consejos de vida que me dio mi madre.
Aunque a ella el daño le ganó por K.O. en el primer asalto, y el dolor además de quebrarle el alma, le hizo picadillo la carne. Sus pies en cambio siempre estuvieron calientes, y en los largos paseos que hicimos por las carreteras de un mundo en construcción, fue la reina del avistamiento y el esquive. Por mi parte, yo aún ando buscando a esa mujer de caderas anchas como la sonrisa de Amanda.
Siempre tuvo mi madre, una especial intuición para recomponer lo que estaba roto, pero aún mayor fue su talento para romper lo que no lo estaba, y así a los cuarenta y seis años ya había gastado todos los números de sus dados y se cayó del tablero sin remedio.
Cuando los tramos escarpados de la vida te ponen la piel de gallina, a ella se la ponían de durazno, decía, porque de la gallina, como mucho los huevos y un caldo y no esa porquería de pellejo emplumado.
Mujer de tango tinto, de ese que te deja la boca rasposa y caliente, cuando lo cantas o te lo bebes de un trago.
Se fue sin aviso en el año sesenta y siete. Un año después florecía el mayo del 68 y pude gritar por ella con toda la furia en plena calle. Desde luego que tomé de frente la matrícula del policía que me atropelló.
Mi madre se llamó Edith Ana. Ella me enseñó a resistir y a escuchar tango.
Hoy la recordé al despertar de una noche sin sueños.
conmovedor, hasta el último centímetro del alma.
Gracias Patricia!
La emoción atraganta las palabras cuando uno intenta hablar. Pero al leer las palabras no se atragantan. Se van amontonando en algún lugar que probablemente no exista pero que queremos con tozuda constancia. Sobre todo cuando son como éstas. Bellísimo recuerdo.
Gracias Gabriel!
Gracias por compartir este momento,mujer interesante, intensa, de esas que dejan huellas muy profundas y acompañan todo el camino.
Así es Silvia… Gracias!
Lindo, Jorge. Amargo y bello. Un abrazo
Gracias Esther!
Tiempo que no pasaba por este blog. Grave error.
Leyendo aquí y allá me detengo en esta evocación, iba a decir que con la piel de gallina, pero no puedo. Así que me doy crema hidratante para quedarme solo dulcemente sobrecogido.
Gracias por tus palabras y por tu lectura jromeromart!! AbraZo!