07/08
No puedo recordar desde donde/
Me olvido. Me olvido tanto.
Tienen abismos los recuerdos, puertas que te lanzan al vacío mudo del olvido.
Y caes, y caigo.
Carcoma de la vida vivida.
Borrador de islas. Láser que te quita los tatuajes del alma.
Maldito olvido. Yo te maldigo porque me despojas de mis horas llenas, me pelas como a una naranja, tiras mi piel, te comes mis gajos y me dejas pellejo, seco.
Secano.
Maldita seas oscuridad devastadora, que me has dejado su rostro sin su nombre, me has dejado caricias sin manos, piel sin olor, ojos vacíos. Piezas rotas de un puzzle que ya no puedo recomponer.
En la habitación de Fermín conocí a un hombre que para no olvidar, escribía todo en todo. Cama en la cama, mesa en la mesa, libro en el libro, sueño en la almohada, amor en la ausencia, en el vano de la puerta por donde ella se fue una vez.
Pero el olvido, como el mar, arrasa sin emoción los pueblos construidos en la memoria, ese otro plato en la balanza de la vida.
Horas en blanco sobre el negro del insomnio deletreando letras que hagan chispa y enciendan esta memoria humedecida.
Olvido, eres la herida del cuchillo que descascara las estrellas y nos deja de la noche, solo la oscuridad. Te declaro mi enemigo, mas que al dolor. No me conformo ni me rindo, no me entrego a tus flechas ni a tus besos.
Devuélveme los rostros, los nombres, los actos, todos. Devuélveme su voz y el brillo de sus ojos.
Devuélveme la pena, la alegría.
La ligereza con que aposté mi vida.
Buena memoria a todas y todos.
Escribir sobre el olvido es casi un oxímoron. (¡Vaya palabrita!). Es un ejercicio en el que intentamos recordar los olvidos. Y deja una extraña sensación, como la de los libros de Monterroso, que están «llenos de vacíos». Me ha gustado mucho el escrito. Es un plato equilibrado con una pizca de humor, una nube de melancolía, otra de tristeza y hasta unos gramos de bronca.