14/05
Desde mi escritorio en mitad de la calle/
Cuando los días se despojan del nombre, solo quedan soles y lunas sucediéndose.
Amanece este sol sin nombre, y yo lo habito sin saber si llamarlo lunes, saturno, domingo o simplemente no llamarlo.
Los vecinos y vecinas transitan con sus quehaceres, sus intrigas, sus desvelos, sus anhelos. Yo solo recuerdo que hoy no es ayer y que mi casa no está vacía. Pintada, no vacía/ pintada está mi casa/ del color de las grandes/ pasiones y desgracias./ Regresará del llanto/ adonde fue llevada/ con su desierta mesa/ con su ruidosa cama./ escribió y nos tocó en el alma Miguel Hernández y el noi del Poble Sec lo impregnó en el aire que respiramos.
No solo andar en bicicleta, no se olvida. Ni tampoco tiene que ser solo para el verano. Dijese lo que dijese Fernando Fernán Gómez.
Anda la calle demasiado calle, por lo que debe ser martes. Anda el sol indeciso, agrisado por estas ganas de lloverse encima.
Anda el barrio a paso montañero, es decir, paso de rodillas dobladas, cuerpo inclinado y respiraciones pesadas, siempre en busca de ese aire, allí arriba…
Pesan las bolsas de la compra, pero mas pesa el hambre sin esas bolsas.
Andan escasas las palabras en mi mesa de la terraza, por eso hoy las busco en la mesa de mi escritorio o en las baldosas sueltas del barrio.
Andan mis ganas contentas, anda el corazón al trote corto de caballo andaluz en la feria del alma.
Anda el tiempo pasando de ida y vuelta, rompiendo relojes, andan los vecinos y vecinas buscando las manecillas perdidas.
Caminamos estas calles con la cotidianidad de quien lo hace cada sol de su vida y la excepcionalidad de descubrirnos entre las comas, los puntos y los acentos de nuestras palabras. Allí donde las esdrújulas tienen su cima, donde la respiración se llama aliento.
Entre tanto, sol blanco para estas calles grises. Los colores se refugian en los interiores de las miradas, de las bocas besadoras.
Buen martes a todos, todas!