04/01

La Antigua Viña/
El barrio ha amanecido tranquilo, la mañana discurre sin prisas. Los vecinos llevan el paso del paseo y aunque el aire es frío, todos disfrutamos de este sol tibio.

Tino y yo charlamos en la terraza, cuando un vecino de los de toda la vida, se detiene y se agrega a la tertulia. Lo primero que dice es que su cabeza funciona mejor que sus pies, que le cuesta caminar, que le duele, pero en cambio se acuerda de todo, hasta de cuando nació. En un momento, mas político, deja ir aquello de «con Franco vivíamos mejor» yo le corrijo, «no, con ese se moría mejor» y le miro los pies, y pienso, le dolerán pero sigue caminando, en cambio, lo de pensar no se la da tan bien como él cree.
Marina vuelve malhumorada con noticias del Distrito sobre la normativa que permite poner cerramientos en las terrazas: «Presente usted este formulario con dos copias de la autorización de la terraza, con el sello del ayuntamiento y una carta de solicitud con sus razones y firmada, y ya le contestaremos» O no, masculla ella entre dientes. Me pregunto si el vecino de los pies cansados, trabajaría en el Distrito.
La vida discurre lenta y plácida. Pasa una pareja de skaters sobre sus tablas de salvación, cogidos de la mano. Una metáfora, pienso. O un amor que marcha sobre ruedas.
Aunque el sol hace lo que puede, el aire es frío y enérgico, mueve las bufandas y los cabellos, mueve las banderolas colgadas en las farolas, mueve las faldas de las mozas y mueve el deseo de los mozos, de que las faldas se muevan. El gesto del día es repeinarse con la mano a cada paso, a cada remolino de viento en la cabeza. Los mas jóvenes lo hacen con un soplido certero hacia arriba y las manos en los bolsillos, siempre tan sospechosos, ellos y sus bolsillos.
El aire huele a pan, a puchero caliente en las cocinas, aunque yo te huelo a ti, tan lejana y presente, tan cocinera de madrugadas.
Que el viento nos despeine a todos, a todas y que tus faldas bailen para mi!