12/09
La Antigua Viña
Todo acaba y todo empieza, y hoy finalmente ha vuelto a abrir mi bar, «La Antigua Viña». Y aquí estoy tomando mi primer café en la terraza del Paralelo. Cabe decir que la avenida Paralelo, que curiosamente no es paralela a nada, a excepción de un paralelo geográfico, que le da su nombre, es la frontera entre dos barrios. el Poble Sec, que es el mío y ya en la vereda de enfrente, el Ensanche (l’Eixample) Dos barrios casi antagónicos en su manera de ser, en su «tarannà» y justamente «Tarannà» es el nombre del bar que me acogió durante estos días de exilio en l’Eixampla. Es un bar «fashion» digno del «village barceloní del Born». Jóvenes profesionales, artistas, «la divine gauche» siempre igual a si misma en cualquier lugar del mundo. Hermosa, simpática y prescindible.
Pero ahora instalado nuevamente en mi oficina del Paralelo, el mundo vuelve a organizarse en la lucha de clases, esa que quieren hacer creernos que ya no existe, y vuelvo a ver a mis mulatas caribeñas, a las novias de Alá, envueltas para regalo. Otra vez las carnes sudorosas de trabajadores y trabajadoras que suben y bajan por mi calle, los niños insolentes e indolentes que pasan a todo piñón con sus bicicletas cochambrosas, esquivando viandantes e insultos. Los borrachos del barrio, que nos miran de soslayo, con la vergüenza i la añoranza. «…la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser…» dice el tango.
Postales vivas de una ciudad, de un barrio, de una calle.